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La Biblia está llena de ejemplos de adoración profana y abominable al Señor de pueblos paganos, pero también de adoración del pueblo de Dios, la cual fue una abominación al Señor por violar los principios de autoridad y sujeción del Reino. Veamos algunos ejemplos:


A.- Caín. Génesis 4:4-7.-

 “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya.  Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.

Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la de Caín. En el verso 7 se nos da la razón del rechazo “mal vivir; el pecado”. La ofrenda y la adoración pueden ser rechazadas por Dios cuando el oferente vive mal.


B.- Nadab y Abiú. Levítico 10:1-2.-

“Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová”.

Nos narra el pecado de Nadab y Abiú, hijos de Aarón. Ellos eran sacerdotes y ofrecieron a Dios incienso. Es curioso pero el Señor lo rechazó y los castigó con la muerte. La explicación vino en la Palabra; ofrecieron fuego extraño que El nunca les pidió. Ellos irrespetaron el orden de autoridad establecida por Dios.


C.- Saúl. 1 Samuel 13. Este pasaje narra los momentos en que Saúl usurpa el lugar de Samuel como sacerdote para dar a Dios ofrendas ante la tardanza del profeta. Dios a través de Samuel, censura al Rey y le decreta el fin de su reinado. Su adoración violó los principios de autoridad, por tanto, su adoración y sus ofrendas se volvieron abominables ante Jehová.



¡Un mal corazón anula el poder de una buena ofrenda!

Autor.
El Libro de Jueces no especifica el nombre de su autor. La tradición es que el profeta Samuel fue el autor de Jueces. La evidencia interna indica que el autor de Jueces vivió poco después del período de los Jueces. Samuel se ajusta a estas características.

Fecha de su Escritura.
El Libro de Jueces probablemente fue escrito entre el 1045 y el 1000 a.C.

Propósito de la Escritura.
El Libro de Jueces puede ser dividido en dos secciones:

1)      Capítulos 1-16, donde se relatan las guerras de liberación comenzando con la derrota de los cananeos a manos de los israelitas y terminando con la derrota de los filisteos y la muerte de Sansón;
2)     Capítulos 17-21, conocidos como un apéndice y sin relación con los capítulos previos. Estos capítulos son indicados como un tiempo “cuando no había rey en Israel (Jueces 17:6; 18:1; 19:1; 21:25).”

Originalmente, el libro de Rut formaba parte del Libro de Jueces, pero en el 450 d.C. fue separado para convertirse en un libro independiente.

Versos Clave.
“Y Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les despojaban; pero tampoco oyeron a sus jueces, sino que fueron tras dioses ajenos, a los cuales adoraron; se apartaron pronto del camino en que anduvieron sus padres obedeciendo a los mandamientos de Jehová; ellos no hicieron así” (Jueces 2:16-17).

“Y cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez, y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían. Mas acontecía que al morir el juez, ellos volvían atrás, y se corrompían más que sus padres, siguiendo a dioses ajenos para servirles, e inclinándose delante de ellos; y no se apartaban de sus obras, ni de su obstinado camino” (Jueces 2:18-19).

“Y los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día” (Jueces 10:15).

“En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25).

Breve Resumen.
El Libro de Jueces es una trágica narración de cómo Yahveh [Dios] fue subestimado por Sus hijos año tras año, siglo tras siglo. Jueces es un triste contraste con el libro de Josué, que narra las bendiciones que Dios otorgó a los israelitas por su obediencia a Dios al conquistar la tierra. En Jueces, ellos fueron desobedientes e idólatras, lo que los condujo a sus muchas derrotas. Sin embargo, Dios nunca dejó de abrir Sus brazos en amor a Su pueblo, cada vez que se arrepentían de sus malvados caminos e invocaban Su nombre (Jueces 2:18). A través de 15 jueces de Israel, Dios honró Su promesa a Abraham de proteger y bendecir a sus descendientes (Génesis 12:2-3).

Después de la muerte de Josué y sus contemporáneos, los israelitas se volvieron a servir a Baal y Astarót. Dios permitía que los israelitas sufrieran las consecuencias de su adoración a dioses falsos. Era entonces cuando el pueblo de Dios imploraba a Yahvé por Su ayuda. Dios envió jueces a Sus hijos, para que los guiaran en una vida recta. Pero vez tras vez, ellos le daban la espalda a Dios y se volvían a sus vidas de maldad. Sin embargo, guardando Su parte del pacto con Abraham, Dios salvó a Su pueblo de sus opresores a lo largo de los 480 años del Libro de Jueces.

Probablemente el más notable fue el 12º juez, Sansón, quien llegó a dirigir a los israelitas después de 40 años de cautividad bajo el gobierno de los despiadados filisteos. Sansón condujo al pueblo de Dios a la victoria sobre los filisteos, donde él perdió su propia vida después de 20 años de ser juez sobre Israel.

Referencias Proféticas.
El anuncio a la madre de Sansón de que ella daría a luz a un hijo que guiaría a Israel, es una figura de la anunciación a María sobre el nacimiento del Mesías. Dios envió a Su Ángel a ambas mujeres y les dijo que ellas “concebirían y darían a luz a un hijo” (Jueces 13:3; Lucas 1:31) quien guiaría al pueblo de Dios.

La compasiva liberación de Dios a Su pueblo, a pesar de su pecado y de haberlo rechazado, presenta una ilustración de Cristo en la cruz. Jesús murió para liberar a Su pueblo – a todo aquel que cree en Él – de sus pecados. Aunque la mayor parte de los que lo siguieron durante Su ministerio, eventualmente se alejarían y lo rechazarían, Él aún permaneció fiel a Su promesa y fue a la cruz a morir por nosotros.

Aplicación Práctica.
La desobediencia siempre atrae el juicio. Los israelitas presentan un ejemplo perfecto de lo que no debemos hacer. En lugar de aprender de la experiencia de que Dios siempre castigará la rebelión contra Él, ellos continuaron desobedeciendo y sufriendo el desagrado y la disciplina de Dios. Si continuamos en desobediencia, atraeremos la disciplina de Dios, no porque Él disfrute nuestro sufrimiento, sino “… porque el Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12:6).


El libro de Jueces es un testamento de la fidelidad de Dios. Aún “Si fuéremos infieles, Él permanece fiel” (2 Timoteo 2:13). Aunque fuéremos infieles a Él, como lo fueron los israelitas, aún Él es fiel para salvarnos y preservarnos (1 Tesalonicenses 5:24), y perdonarnos cuando buscamos ser perdonados (1 Juan 1:9). “…el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Corintios 1:8-9).

Autor.
El Libro de Josué no nombra explícitamente a su autor. Es muy probable que Josué hijo de Nun, el sucesor de Moisés como líder sobre Israel, escribiera gran parte de este libro. La última parte del libro fue escrito por al menos una persona después de la muerte de Josué. También es posible que varias secciones fueran editadas o compiladas después de la muerte de Josué.

Fecha de su Escritura.
El Libro de Josué fue escrito probablemente entre el 1400 y 1370 a.C.

Propósito de la Escritura.
El Libro de Josué proporciona una descripción general de las campañas militares para conquistar el área de la tierra que Dios había prometido. Después del éxodo de Egipto y los subsecuentes cuarenta años de vagar por el desierto, la recién formada nación está ahora lista para entrar en la Tierra Prometida, conquistar a los habitantes, y ocupar el territorio. La descripción que tenemos aquí nos da abreviados y selectos detalles de muchas de las batallas, así como la manera en la que la tierra fue conquistada, y la forma en que fue dividida en áreas tribales.

Versos Clave.
“Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:6-9).

“Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:14-15).

Breve Resumen.
El Libro de Josué continúa la historia de los israelitas después de su éxodo desde Egipto. El libro narra los aproximadamente 20 años del liderazgo de la gente por Josué, después de que Moisés lo ungiera al final de Deuteronomio. Las divisiones de los veinticuatro capítulos del Libro de Josué pueden resumirse de la siguiente manera:

1)      Capítulos 1-12: La entrada y conquista de la Tierra Prometida.
2)     Capítulos 13-22: Instrucciones para distribuir las porciones de la Tierra Prometida.
3)     Capítulos 23-24: Discurso de despedida de Josué.

Referencias Proféticas.
La historia de Raháb la ramera y su gran fe en el Dios de los israelitas, le da un lugar junto a aquellos honrados por su fe en Hebreos 11:31. La suya es una historia de la gracia de Dios hacia los pecadores y la salvación por gracia solamente. Pero aún más importante, es el hecho de que por la gracia de Dios, ella llegó a formar parte de la línea Mesiánica (Mateo 1:15).

Uno de los rituales ceremoniales de Josué 5, encuentra su perfecto cumplimiento en el Nuevo Testamento. Los versos 1-9 describen el mandamiento de Dios de que aquellos que nacieron en el desierto fueran circuncidados cuando entraran a la Tierra Prometida. Al hacerlo, Dios “quitó el oprobio de Egipto” de ellos, significando que Él los limpiaba de los pecados de su vida anterior. Colosenses 2:10-12 describe a los creyentes como siendo circuncidados en sus corazones por Cristo Mismo, por quien hemos quitado la naturaleza de pecado de nuestras vidas anteriores sin Cristo.

Dios estableció ciudades de refugio para que aquellos que hubieran matado accidentalmente a alguien, pudieran vivir ahí sin temor a la retribución. Cristo es nuestro refugio a quien “hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros” (Hebreos 6:18).

El Libro de Josué contiene un predominante tema teológico del reposo. Los israelitas, después de vagar por el desierto 40 años, finalmente entraron al reposo que Dios había preparado para ellos en la tierra de Canaán. El escritor de Hebreos utiliza este incidente como una advertencia para que nosotros no permitamos que la incredulidad nos impida entrar en el reposo de Dios en Cristo (Hebreos 3:7-12).

Aplicación Práctica.
Uno de los versos clave del Libro de Josué es el 1:8 - “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito.” El Antiguo Testamento está repleto con historias de cómo la gente “se olvidó” de Dios y Su Palabra y sufrió terribles consecuencias. Para el cristiano, la Palabra de Dios es vital. Si la descuidamos, nuestra vida sufrirá las consecuencias. Pero si adoptamos de corazón el principio expresado en el capítulo 1 verso 8, estaremos completos y preparados para ser usados en el reino de Dios (2 Timoteo 3:16-17), y encontraremos que las promesas de Dios en Josué 1:8-9 serán también nuestras.

Josué es un perfecto ejemplo de los beneficios de un valioso tutor. Por años él permaneció junto a Moisés. Él observó a Moisés mientras seguía a Dios de una manera casi perfecta. Él aprendió de Moisés a orar de una manera personal. Aprendió cómo obedecer a través del ejemplo de Moisés. Aparentemente Josué también aprendió del ejemplo negativo que le costó a Moisés el gozo de haber entrado en la Tierra Prometida. Si estás vivo, tú eres un tutor. Alguien, en alguna parte, te está observando. Alguna persona más joven o alguien a quien estás influenciando, está viendo cómo vives y cómo reaccionas. Alguien está aprendiendo de ti. Alguien seguirá tu ejemplo.

La tutoría es mucho más que las palabras pronunciadas por un mentor. Su vida entera está en un escaparate.

La adoración correcta
nace de un corazón correcto.-
Por el Apóstol Rony Cháves

Es elemental pero parece que pasan los años y seguimos sin entenderlo: la adoración que Dios recibe bien no es la de la boca, es la del corazón puro que se expresa a veces cantando.

Si el corazón está correcto, la adoración entonces está correcta. Pero si el corazón está contaminado y rebelde, la aparente adoración es rechazada en el Cielo.

La adoración más que tratar con tu calidad de voz o con tu habilidad musical, trata con tu corazón y el mío. Hoy tenemos demasiada música abominable al Señor, no por la música en sí, sino por las malas actitudes y la mala condición del corazón de los ministros del altar. Todos estos ministerios que cambian de cobertura y congregaciones a conveniencia están equivocados.

Los dones no nos liberan de vivir conforme a las normas de obediencia del Reino de Dios. Lo opuesto es falso.


Un gran don sin sujeción, es un peligro para la Iglesia, más un don en obediencia y sujeción es una gran bendición.

Por el Apóstol Rony Cháves.

Algunos están argumentando que ellos tienen un “padre en su ministerio” por lo tanto, esto es suficiente. Suena bien, pero es falso. La Biblia es de donde debemos sacar los principios de conducta.

Mateo 3:13-15 nos narra el bautismo de Jesús:

“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”.

Es en este pasaje donde encontramos verdades profundas para el Ministerio. Nadie duda que Jesús era mayor que Juan; Su Ministerio era único e incomparable. El mismo Juan lo reconoce y se opone a bautizar a Jesús.

La lección es importantísima, Jesús tiene un “padre en Su Ministerio”, este es Su Padre Celestial, pero para cumplir las determinaciones y órdenes de Su Padre, debe someterse a un ministerio como el de Juan.

Jesús necesitó la cobertura de Juan para ser desatado a un ministerio de alto nivel. El nunca despreció la autoridad del Bautista ni se opuso al orden de autoridad establecido por su Padre.

Paternidad nos brinda:

 1.-     Identidad,
2.-     Alta autoestima,
3.-     Seguridad personal,
4.-     Seguridad ministerial,
 5.-     Dirección,
6.-     Entrenamiento
 7.-     Cobertura.

Esta cobertura muchas veces significa la orden de someternos a otro ministro y su autoridad antes de ser promovidos ministerialmente.

No podemos negar que muchas veces como apóstoles somos “el padre” de algún ministro pero no necesariamente somos su cobertura ministerial si él no se somete a los principios de respeto a la autoridad establecida por Dios.

Hoy tenemos en la Iglesia muchos líderes y ministros que no tienen “padre en su ministerio” aunque tienen una “cobertura ministerial” y muchos “hijos pródigos” que tienen un “padre” en su ministerio pero al no respetar el orden de la Casa del Padre, caminan sin cobertura espiritual para su ministerio y lo que hacen. Esto se convierte en un gran peligro, pues la Ley de la Impartición funciona tanto para impartir bendiciones y dones como insujeción, independencia y rebelión.

Lo más crítico de este asunto es que pastores y apóstoles siguen cayendo en el error de seguir apoyando estos ministerios independientemente de la autoridad de Dios. Lamentablemente, el efecto de sus ministraciones no se ve al día siguiente, pero a los meses la obra destructiva es terrible.


¡Apóstoles y pastores, llegó la hora de poner orden en la Casa del Señor!

Por el Apóstol Rony Chaves

En mi reciente viaje a Kissimmee, Florida, dialogué con varios apóstoles de las cosas que están sucediendo en medio de sus congregaciones y ministerios asociados a sus Redes. ¡Sorpresa! ¡Epidemia masiva! ¡Profetas y músicos desligándose de ellos sin causa o razón aparente! Recordé de inmediato la Guía Profética del 2005 que el Señor me dictó para escribírtela a ti. En el punto 5 escribí de la siguiente manera:

El 2005 será “el AÑO DE LA FIDELIDAD Y SUJECCIÓN de los Profetas a sus Coberturas Apostólicas”. El Señor nos previno diciendo en esa guía: “satanás a pedido a muchos profetas para sacudirlos en esta área. Si eres uno de ellos, no temas, sé leal y fiel a tu Apóstol y ninguna arma forjada contra ti prosperará. Amén. Dios usará a los Profetas como nunca, necesitarán la mayor humildad de sus vidas”.

Lamentablemente estas palabras han sido ignorados por ministerios relacionados al área profética; entre ellos, profetas, intercesores, músicos y directores de alabanza.

El diablo está sacando ventaja de los errores de la gente para invalidar sus oraciones y sus alabanzas al ofrecérselas al Señor irrespetando la autoridad delegada del Señor en sus Apóstoles y Pastores.

En esa conversación de Kissimee, el Apóstol Pío Carvalho de Brasil expresó sabiamente lo siguiente: “esto está sucediendo por que el año que viene, el 2006, ellos son muy importantes para movilizar la Adoración Continental”.

La perspectiva de Pío es totalmente correcta. 

El Señor previene a aquellos que se mueven en el ámbito de lo Profético, de la intercesión y de la alabanza para que no caigan en la trampa del maligno de la rebelión y la insujeción a la autoridad pastoral.

Autor.
Moisés escribió el Libro de Deuteronomio, el cual es de hecho una colección de sus sermones a Israel, justo antes de que cruzaran el Jordán. “Estas son las palabras que habló Moisés” (1:1). Alguien más (probablemente Josué) pudo haber escrito el último capítulo.

Fecha de su Escritura.
Estos sermones se produjeron durante el período de los 40 días previos a la entrada de Israel a la Tierra Prometida. El primer sermón fue pronunciado en el primer día del onceavo mes (1:3), y los israelitas cruzaron el Jordán 70 días después, en el día décimo del primer mes (Josué 4:19). Restando los 30 días de duelo después de la muerte de Moisés, (Deuteronomio 34:8), tenemos los restantes 40 días. El año era el 1410 a.C.

Propósito de la Escritura.
Una nueva generación de israelitas estaba por entrar a la Tierra Prometida. Esta multitud no había experimentado el milagro del Mar Rojo o escuchado la ley dada en el Sinaí, y ellos estaban a punto de entrar a una nueva tierra que ofrecía muchos peligros y tentaciones. El libro de Deuteronomio les fue dado para recordarles la ley y el poder de Dios.

Versos Clave.
“No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene.” (Deuteronomio 4:2)

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” (Deuteronomio 6:4-7)

Y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.” (Deuteronomio 32:46-47)

Breve Resumen.
A los israelitas les es ordenado recordar cuatro cosas: La fidelidad de Dios, la santidad de Dios, las bendiciones de Dios, y las advertencias de Dios. Los primeros tres capítulos resumen el viaje de Egipto a su ubicación actual, Moab.
El capítulo 4 es un llamado a la obediencia, para ser fieles al Dios que fue Fiel con ellos.
Los capítulos del 5 al 26 son una repetición de la ley. Los Diez Mandamientos, las leyes concernientes a los sacrificios y días especiales, y el resto de la ley es dada a la nueva generación. Se prometen bendiciones para aquellos que obedezcan (5:29; 6:17-19; 11:13-15), y el hambre es prometida para aquellos que quebranten la ley (11:16-17)
El tema de las bendiciones y las maldiciones continúa en los capítulos 27-30. Esta porción del libro termina con una clara elección presentada ante Israel: “os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición...” El deseo de Dios para Su pueblo se encuentra en lo que Él recomienda: “…escoge, pues, la vida” (30:19).

En los capítulos finales, Moisés exhorta al pueblo, comisiona a su sucesor Josué, escribe un cántico, y da la bendición final a cada una de las tribus de Israel.
El capítulo 34 relata las circunstancias de la muerte de Moisés. Él subió al monte Pisga, desde donde el Señor le mostró la Tierra Prometida a la cual él no entraría. A los 120 años de edad, pero aún con una buena visión y con el vigor de su juventud, Moisés murió en la presencia del Señor. El libro de Deuteronomio termina con un corto obituario sobre este gran profeta.

Referencias Proféticas.
Muchos temas del Nuevo Testamento se encuentran presentes en el libro de Deuteronomio. El primero entre ellos es la necesidad de guardar perfectamente la Ley Mosaica y la imposibilidad de lograrlo. Los interminables sacrificios necesarios para la expiación de los pecados del pueblo – quienes consistentemente transgredían la Ley – encontrarían su cumplimiento en el último y “definitivo” sacrificio de Cristo (Hebreos 10:10). Debido a Su obra de expiación en la cruz, ya no necesitaríamos más sacrificios por el pecado.

La elección de Dios por los israelitas como Su pueblo especial, prefigura Su elección de aquellos que creerían en Cristo (1 Pedro 2:9). En Deuteronomio 18:15-19, Moisés profetiza la llegada de otro profeta – el último Profeta que había de venir y quien es El Mesías. Al igual que Moisés, Él recibiría y predicaría la revelación divina, y guiaría a Su pueblo (Juan 6:14; 7:40).

Aplicación Práctica.
El libro de Deuteronomio subraya la importancia de la Palabra de Dios. Es una parte vital de nuestras vidas. Aunque ya no estamos bajo la ley del Antiguo Testamento, aún somos responsables de sujetarnos a la voluntad de Dios en nuestras vidas. La simple obediencia trae bendición, y el pecado acarrea sus propias consecuencias.

Ninguno de nosotros está “por sobre la ley.” Aún Moisés, el líder y profeta elegido por Dios, necesitaba obedecer. La razón por la que no se le permitió entrar a la Tierra Prometida, fue porque desobedeció el claro mandato del Señor (Números 20:12).

Durante el tiempo de Su tentación en el desierto, Jesús citó tres veces el libro de Deuteronomio (Mateo 4). Al hacerlo, Jesús nos ilustró la necesidad de guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones, para que no pequemos contra Él (Salmo 119:11).

Al igual que Israel recordaba la fidelidad de Dios, también debemos hacerlo nosotros. El paso a través del Mar Rojo, Su santa presencia en el Sinaí, y la bendición del maná en el desierto, deben ser también de ánimo para nosotros. Una buena manera de seguir adelante es tomarnos un momento y mirar hacia atrás para ver lo que Dios ha hecho.


También tenemos el hermoso cuadro en Deuteronomio de un Dios amoroso, Quien desea una relación con Sus hijos. El Señor nombra el amor como la razón por la que Él sacó a Israel de Egipto “con mano poderosa” y los redimió (Deuteronomio 7:7-9). ¡Qué cosa tan maravillosa es estar libres de la esclavitud del pecado y ser amados por un Dios todopoderoso!